El trueque es una práctica muy antigua que siempre probó ser útil en períodos de poco empleo y poca disponibilidad de dinero. Lo que antes se hacía en la plaza y con los vecinos, hoy podemos hacerlo de manera virtual e intercambiando los intangibles más preciados del ser humano: su tiempo y su conocimiento. Este formato aplica tanto para trabajos cuyo core es virtual y trabajos en que no. Por ejemplo, un peluquero de Argentina que no puede ejercer su oficio, puede enseñarle su know how a un chef de Venezuela y este a su vez ayudarle a cocinar arepas y brindarle un catálogo de recetas con harina de maíz. Asimismo, un diseñador gráfico puede intercambiar su diseño de un logo con las clases virtuales de un profe de yoga. Cada parte le da valor a su hora en dólares y se equiparan ambos servicios en tiempo y frecuencia.